JUANA DE ARCO

 

En francés Jeanne d'Arc; comúnmente conocida por sus contemporáneos como la Pucelle (la "Doncella").

Nacida en Domremy, Champagne, probablemente el 6 de enero de 1412 y muerta en Rouen, el 30 de mayo de 1431.

Juana, al parecer, era la menor de una familia de cinco . Nunca aprendió a leer o escribir. Solía arrollidarse en la iglesia absorta en la oración, y amaba tiernamente a los pobres.

Fue a la edad de trece años y medio, en el verano de 1425, cuando Juana tomó por primera vez conciencia de apariciones, y posteriormente ella comenzó a llamar sus "voces" o su "consejero". Al principio fue simplemente una voz, como si alguien hubiera hablado muy cerca de ella, y más adelante descubrió claramente, la apariencia de aquellos que le hablaban, reconociéndolos individualmente como San Miguel (quien estaba acompañado por otros ángeles), Santa Margarita, Santa Catalina y otros. Juana fue siempre reacia a hablar acerca de sus voces. Fueron las voces quienes crearon el estado de exaltación patriótica.

Para el mes de mayo de 1428, ella no tenía ya dudas de que era conminada a ir en ayuda del rey.

Mientras tanto, la situación militar del Rey Carlos y sus seguidores iba tornándose desesperante. Orléans fue sitiada (12 de octubre de 1428), y para finales del año la derrota total parecía inminente. Las voces de Juana se convirtieron en urgentes. Partió de Domremy en enero de 1429, y visitó Vaucouleurs.

Baudricourt permanecía escéptico, pero, dado que ella permanecía en la ciudad, su perseverancia gradualmente causó efecto sobre él. El 17 de febrero ella profetizó una gran derrota que padecerían las fuerzas francesas en las afueras de Orléans (la batalla de los Herrings). Dado que dicha declaración fue oficialmente confirmada unos pocos días más tarde, su causa ganó terreno.

Ella llegó a Chinon el 6 de marzo, y fue admitida en la presencia de Carlos VII. Para probarla, el rey se había disfrazado, pero ella inmediatamente lo saludó sin hesitar en medio de todo un grupo de espectadores. Un signo secreto, comunicado a ella por medio de sus voces, que ella dio a conocer a Carlos, indujo al rey, sin demasiado entusiasmo, a creer en su misión.

Aún así, antes de que Juana pudiera ser empleada en operaciones militares fue enviada a Poitiers para ser examinada por un numeroso comité de sabios obispos y doctores. Los teólogos no encontraron nada herético en sus afirmaciones acerca de las orientaciones sobrenaturales, y pensaron que ella podría ser empleada de un modo seguro y probada adicionalmente.

De vuelta en Chinon, Juana hizo sus preparativos para la campaña. En lugar de la espada ofrecida por el rey, ella rogó que se realizara la búsqueda de una antigua espada enterrada, según ella aseguró, detrás del altar en la capilla de Santa Catalina de Fierbois. Esta fue encontrada en el mismísimo punto indicado por sus voces. Fue hecha para ella en el mismo momento en que el abanderado pronunció las palabras Jesús, María, junto con un cuadro de Dios Padre y varios ángeles arrodillados presentando una flor de lis.


Francia en 1492

Antes de entrar en la campaña, Juana emplazó al Rey de Inglaterra a retirar sus tropas del suelo francés. Los comandantes ingleses estaban furiosos por la audacia de la demanda, pero Juana a través de un movimiento rápido ingresó a Orléans el 30 de abril. Su presencia allí inmediatamente obró maravillas. Para el 8 de mayo las fuerzas inglesas que rodeaban la ciudad habían sido todas capturadas, y el estado de sitio levantado, pese a que el día 7 Juana fue herida en su pecho por una flecha.

armor

 

 

Ni bien se habia recuperado cuando deseó hacer el seguimiento de todos esos éxitos con toda rapidez, por un lado debido a un sonoro instinto guerrero, y por otro lado porque sus voces le habían dicho que disponía sólo de un año para terminar. Pero el Rey y sus consejeros, especialmente La Trémoille y el Arzobispo de Reims, fueron lentos para moverse. Sin embargo, cuando Juana elevó una súplica formal, una breve campaña fue comenzada sobre el Loira, la cual después de una serie de éxitos, finalizó el 18 de junio con una gran victoria en Patay, donde los refuerzos ingleses enviados desde París bajo el mando de John fueron completamente derrotados. El camino hacia Reims estaba ahora prácticamente abierto, pero Juana tuvo la mayor dificultad en persuadir a los comandantes de que no se retirasen antes de Troyes, el cual estaba al principio cerrado contra ellos. Ellos capturaron la ciudad y luego, todavía a su pesar, la siguieron hacia Reims, donde, el domingo 17 de julio de 1429, Carlos VII fue solemnemente coronado, con Juana a su lado junto con su estandarte, porque – como ella explicó – "así como fue compartido el esfuerzo, es justo que debiera ser compartido en la victoria".

 


    La armadura de Juana de Arco

 

 

 


Estandarte de Juana de Arco


El principal objetivo de la misión de Juana fue obtenido de este modo, y algunas autoridades aseveraron que era ahora su deseo el regresar a casa, pero ella fue detenida con el ejército contra su voluntad.

Un intento fallido en París fue llevado a cabo a finales de agosto. A pesar de que St-Denis fue ocupada sin oposición, el asalto que fue realizado en la ciudad el 8 de septiembre no fue respaldado con seriedad y Juana, mientras alentaba heroicamente a sus hombres a cubrir el foso fue herida en el muslo con una ballesta. El Duque de Alençon la retiró casi a la fuerza, y el asalto fue abandonado. Este traspié indudablemente debilitó el prestigio de Juana, y poco después, cuando, a través de los cancilleres políticos de Carlos, una tregua fue acordada con el Duque de Burgundy, ella bajó tristemente sus armas sobre el altar de St-Denis.


Juana de Arco camino a Reims en una ilustración de un manuscrito
conservado en el Museo Dobreé, Nantes,   de finales del siglo XV

Carlos, el 29 de diciembre de 1429, ennobleció a Juana y a toda su familia, quienes de allí en adelante, desde las azucenas de su escudo de armas, fueron conocidos por el nombre de Du Lis. Llegó abril antes de que Juana estuviera en condiciones de salir al campo nuevamente para la finalización de la tregua, y en Melun sus voces le hicieron saber que ella sería tomada prisionera antes del día de San Juan (24 de junio). Parecía que ella se hubiera lanzado a sí misma a la campaña el 24 de mayo al amanecer para defender la ciudad contra los ataques de los Burgundios. A la noche ella resolvió intentar una retirada, pero su pequeña tropa de unos quinientos hombres se encontró con una fuerza muy superior. Sus seguidores fueron repelidos y abandonaron la lucha de manera desesperada. Por algún error o pánico de Guillaume de Flavy, quien comandaba en Compiègne, el puente levadizo fue elevado mientras aún muchos de aquellos que habían emprendido la retirada permanecían afuera, con Juana entre ellos. Ella fue derribada de su caballo y fue hecha prisionera de un seguidor de Juan de Luxemburgo. Guillaume de Flavy.

Juana fue vendida por Juan de Luxemburgo a los ingleses por una suma que representaría unos cuantos cientos de miles de dólares en moneda actual. No puede dudarse de que los ingleses, por una parte debido a que temían a su prisionera con un terror supersticioso, y por otra parte porque estaban avergonzados del pavor que ella inspiraba, estaban determinados a tomar su vida a cualquier precio. Ellos no podían condenarla a muerte por haberlos derrotado, pero podían sentenciarla como una bruja o una hereje. Por otra parte, ellos tenían entre sus manos una herramienta lista en Pierre Cauchon, el Obispo de Beauvais.

El 21 de febrero de 1431 cuando Juana apareció por primera vez ante sus jueces. A ella no le fue permitido contar con un abogado defensor, y, a pesar de haber sido acusada en una corte eclesiástica, ella fue, desde el principio hasta el fin, ilegalmente confinada en el Castillo de Rouen, una prisión secular, en donde era custodiada por soldados ingleses. Fue, al principio, retenida en una jaula de hierro, encadenada por el cuello, manos y pies. La presionaron en lo referente a sus visiones, pero sobre muchos puntos ella se negó a responder.

Los exámenes finalizaron el 17 de marzo. Una amplia mayoría de los veintidós jueces que tomaron parte en las deliberaciones declararon que las visiones y las voces de Juana eran "falsas y diabólicas", y decidieron que si ella se negaba a retractarse sería entregada al brazo secular – que equivalía a afirmar que sería quemada viva. Pero ella se negó a hacer ninguna presentación que los jueces pudieran haber considerado como satisfactoria. El 9 de mayo ella fue amenazada con tortura, pero aún se mantuvo firme. Los jueces, que eran cuarenta y siete, tomaron una deliberación final, Juana debería ser declarada hereje y derivada al poder civil, en caso en que ella aún continuase negándose a retractarse. Al día siguiente fue colocada una estaca en el cementerio de St-Ouen, y ante la presencia de una gran multitud ella fue solemnemente amonestada por última vez. Su valor le falló por una vez. Ella consintió en firmar una especie de retractación, pero nunca se sabrán cuáles han sido los términos precisos de tal retractación. En la versión oficial del proceso una fórmula de retractación figura incluida, la cual es muy humillante en cada apartado. Se trata de un extenso documento que hubiera llevado media hora para ser leído. Lo que fue leído en voz alta a Juana y fuera firmado por ella debe haber sido algo bien diferente. Aún así, la pobre víctima no firmó incondicionalmente, sino que llanamente declaró que ella sólo se retractaría siempre y cuando fuera la Voluntad de Dios. Empero, en virtud de tal concesión, Juana no fue quemada viva entonces, sino que fue conducida nuevamente a prisión.

Archivo:Jehanne signature.jpg
Firma de Juana de Arco

Indudablemente la posición de Juana sería ahora, en caso de una reincidencia, peor que antes, dado que una segunda retractación ya no podría salvarla de las llamas. Por otra parte, dado que uno de los puntos acerca del cual ella había sido condenada era la utilización de indumentaria masculina, una reiteración de dichos atuendos constituirían por sí mismos una reincidencia en la herejía, y esto ocurrió a los pocos días siguientes, obedeciendo, según fuera alegado posteriormente, a una trampa tendida deliberadamente por sus guardias con la connivencia de Cauchon. Juana, ya sea para defender su pudor del agravio y la indignación, o porque sus prendas femeninas fueron alejadas de ella, una vez más se colocó las vestimentas de varón que habían sido dejadas adrede en su camino. El final llegó pronto. El 29 de mayo una corte de treinta y siete jueces decidió unánimemente que la Doncella debía ser tratada como una hereje reincidente, y esta sentencia fue llevada a cabo al día siguiente (30 de mayo de 1431). Después de su muerte, sus cenizas fueron esparcidas en el Sena.


Juana camino de la hoguera

Veinticuatro años más tarde, una revisión de su juicio, el llamado procès de réhabilitation, fue abierto en París con el consentimiento de la Santa Sede, reversaron y anularon la sentencia pronunciada por el tribunal local que presidía Cauchon.

Por último, la causa de su beatificación fue introducida ante la Santa Sede, en 1869, por Monseñor Dupanloup, Obispo de Orléans, y, después de atravesar por todas las instancias y siendo indudablemente confirmada con los requeridos milagros, el proceso finalizó con el decreto publicado por Pío X el 11 de abril de 1909.

picture of the banner used at Joan's Beatification
Juana de Arco pintada en la basilica de San Pedro

 

 

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